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La ciudad romana de Pompeya, siglo I d.C.
Pompeya, Italia, 79 d.C.
Una ciudad próspera, vibrante y moderna cerca de Nápoles, con el Monte Vesubio a sus espaldas.
Los habitantes de Pompeya no tenían miedo del gran volcán, que llevaba siglos inactivo.
Pero el magma situado bajo la corteza terrestre se había ido filtrando al interior del Vesubio.
Una gruesa capa de roca bloqueaba la salida del volcán.
y poco a poco se fue generando una presión explosiva en su interior.
La mañana del 24 de agosto, Pompeya iba a enfrentarse con su destino.
24 de agosto de 79 d.C.
El volcán entró finalmente en erupción y lanzó la roca líquida a 15 km de altura.
El día se volvió negro sobre Pompeya a medida que la roca caliente se mezcló con el aire.
Bloqueó el Sol, se enfrió y comenzó a caer sobre la ciudad en forma de piedra pómez, ceniza y lluvia.
Piedra pómez: lava solidificada
En 24 horas cayeron sobre Pompeya 4.000 millones de toneladas de materiales.
La ceniza y el magma chocaron en el aire y produjeron rayos volcánicos.
La erupción continuó y la cámara magmática terminó por vaciarse y se hundió.
La primera oleada piroclástica avanzó hacia Pompeya.
Oleada piroclástica
Eran avalanchas de ceniza caliente, piedra pómez y gases volcánicos que avanzaron hacia Pompeya a 100 km/h.
La primera oleada se detuvo a poca distancia de la ciudad, pero muchos murieron asfixiados por los gases y la ceniza.
16 horas después de la primera erupción, la cámara del volcán cedió por completo.
Las oleadas piroclásticas atravesaron con violencia las casas y sepultaron a sus habitantes en mantas de ceniza y piedra pómez.
La ciudad y sus habitantes quedaron congelados en el tiempo.
El Monte Vesubio sumergió Pompeya bajo 25 metros de roca y ceniza.
Pompeya se redescubrió por accidente unos 1.500 años después, en 1594.
Los edificios y sus habitantes quedaron enterrados bajo cenizas y preservados del paso del tiempo.